Dos pérdidas irreparables





   Este año 2022 ha empezado con dos dolorosas noticias para el Aula Popular "José Luis García Rúa", en efecto con tan sólo un día de diferencia han fallecido dos de sus miembros: Juan José Díaz Fernández y Miguel Ángel Llana Suárez. Dos miembros importantes, irrepetibles e insustituibles dentro de nuestro colectivo que han dejado una profunda huella a lo largo de los años. Mientras aliente un solo soplo de vida en nosotros no os olvidaremos compañeros. Que la tierra os sea leve.


                                      
                                      
                                          Juan José Díaz Fernández, 2011

    Juanjo ya no está en el paisaje


    Ayer nos dejó Juanjo (Juan José Díaz Fernández) después de una larga vida muy vivida. Seguramente, muchas personas de Gijón lo conocieron por alguna gestión en Hidroeléctrica. Pero no sólo; sobre todo por Juanjo “El cejas” (había dos buenas razones) siempre formó parte del paisaje de Gijón. En los cincuenta se le podía ver junto a Laureano Mántaras, o Gerardo Marcilla por Fernández Vallín hacia el Ateneo Jovellanos. Allí se juntaban con un nutrido grupo de jóvenes ansiosos por conocer todo lo que se empeñaban en ocultar tantos poderes en tantos lugares. Y allí, pusieron en marcha un cine fórum, a La Máscara, un Jazz fórum y otras iniciativas. En los sesenta lo encontrabas tras el mostrador de Electrogás (aunque a quien te morías por ver era a Ada); lo veías con Félix Guisasola, José Luis García Rúa y Miguel Ángel González camino del Costa Verde o del Café San Miguel, donde se hacían los planes y los planos, de la Academia de Sótano de la calle Cura Sama. Juanjo jugó un papel fundamental en su puesta en marcha, funcionamiento y mantenimiento. A finales de esa década a Juanjo nos lo sacaron del paisaje: le metieron preso unos años por una detención y procesamiento de enlaces sindicales de las incipientes Comisiones Obreras.   

    En los setenta te lo encontrabas por el Parchís con Pepa, Dizy, Ovidio y La Pisa camino del Oriental; y en los ochenta te podías cruzar a Juanjo con el Fuchi y Jorgito, dándole vueltas a las cosas del pensar. Algunos imbéciles de entonces les apodábamos la “gauche divine”; atrevimiento, juventud, más ignorancia: en esas estábamos algunos. 

    Desde hace muchos años (décadas) en los paseos por el Muro había tres cosas inamovibles: las dos pérgolas y Juanjo con Jerónimo Granda muertos de risa desentrañando el último suceso, o despellejando al último paseante que lo mereciera. Era un juez duro, implacable con aquellas personas que con un pasado combativo optaban (por convencimiento o posibilismo) por el realismo institucional y la cosmética. Tenía un peculiar sentido del humor y en el Aula José Luis García Rúa que fundó, ejercía de Picoteru oficial.

    Este año tendríamos que hacer la XXV Semana del Aula. Habíamos confeccionado un buen programa bajo el título “Defendiendo lo común”, pero otro año más las circunstancias nos obligan a suspender. No habrá manera de dedicársela. Otra vez será.

 

Boni Ortiz

Miembro del Aula José Luis García Rúa

La Nueva España, 9/1/22


                                              

                                               Miguel Ángel Llana Suárez, 2011


    La izquierda gijonesa perdió ayer a una de sus plumas más combativas y comprometidas socialmente. El ingeniero industrial Miguel Ángel Llana Súarez, editor y alma mater del periódico digital 'Asturbulla' falleció a los 80 años dejando tras de sí cientos de artículos y opiniones sobre política, temas laborales, contenidos sociales, ecologismo y todo tipo de conflictos y causas a los que se acercaba con su mirada alternativa de izquierdas.

    También era colaborador y el responsable en Asturias del blog político Rebelión. Divulgaba sus conocimientos en charlas y mesas redondas. Nunca desempeñó ningún cargo público pese a sus claras simpatías políticas. Parte de su vida laboral la desarrolló en Francia y, merced a sus viajes por Oriente próximo, era un experto del conflicto palestino-israelí y miembro del Comité de Solidaridad con la causa árabe.

    Un cáncer de pulmón minó su salud pese a que hacía ya treinta años que había dejado el tabaco. Compartía su vida con su pareja Paz y deja tres hijos y cinco nietos. Su última afición fue la cría de ovejas xaldas en unas fincas que adquirió en Villaviciosa.
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Marcos Moro
Diario el Comercio de Gijón
10/1/22